Xavier Rabassa
Tengo una anécdota que igual contesta tu pregunta. Cuando tenía 7 años me regalaron mi primera bicicleta, cualquier niño lo primero que hubiera hecho hubiera sido montar en ella y probarla. Yo la desmonté pieza a pieza para entender cómo funcionaba.
¡Ostras! ¡Esto sí es vocacional!
Nuestros padres tenían un taller de reparación de automóviles, yo era feliz allí, trabajando en el taller. Pero ellos, creo que con buen criterio, condicionaron el que yo siguiera en el taller a que fuera a la universidad después de estudiar secundaria.
Y como no podía ser de otra manera….
Elegí ingeniería mecánica que era lo que me pareció más coherente. Había otras ingenierías pero la que tenía todos los ingredientes para gustarme claramente era esa.
¿Se cumplieron las expectativas?
Después de un primer año muy duro de matemáticas y física, sí. A partir de segundo empezamos a aplicar a la práctica todo lo aprendido y a crear, para luego poner en práctica y construir.
Una carrera complicada…
El primer año de 200 alumnos quedamos menos del 20%.
Por curiosidad, ¿qué paso con el taller donde te gustaba trabajar en secundaría?
Durante mis estudios me di cuenta que más allá de entender y reparar me gustaba imaginar y crear, y eso no me lo daba el taller mecánico. Ahí vi que mi andadura no pasaría por el taller.
¿Cuándo aparece la arquitectura de hinchable en tu vida?
En mi época, cuando estabas a punto de terminar la carrera la misma universidad te refería a empresas que buscaban recién licenciados o estudiantes a punto de terminar. Me propusieron entrevistarme con una empresa que se dedicaba a producir hinchables y a los pocos días entraba como director de la oficina técnica. Ahí empezó todo. Me enganchó la creatividad y el diseño necesarios para cada proyecto. Era como empezar de 0 cada vez. Aprendías cada vez que la base técnica era la misma, pero empezar un proyecto significaba de alguna manera empezar de cero de nuevo.
Xavier Rabassa
¿Cuándo uno decide dar el paso y montar su propia empresa?
Pues es un cúmulo de factores, primero empiezas pensando que las cosas se pueden hacer mejor que en la empresa para la que trabajas y no tienes o no te dan la posibilidad de implementar los cambios que ves. Por esa época nos cayó la crisis de los 90 que en el sector industrial se cebó especialmente, la empresa en la que trabajaba no iba muy bien y entre los que mejor conectábamos de la empresa decidimos lanzarnos por nuestra cuenta sin mirar atrás. La libertad de crear una empresa y pilotarla tú pasa por la mente de muchos trabajadores, la diferencia es que nosotros no solo lo pensamos, lo hicimos.
Y….
Ahí nace Área Cúbica, la matriz de Sky Bubbles, una empresa dedicada al desarrollo y confección de productos de arquitectura hinchable.
¿Cómo fueron los inicios?
Todos los inicios suelen ser difíciles y en nuestro caso no fue una excepción. Empezamos en un pequeño piso en Vidreres (Girona), éramos 3, nos dividimos las tareas entre ventas, ingeniería y delineación técnica y buscamos cosedoras que nos confeccionaran las piezas antes de la entrega. Si el día tenía 24 horas nosotros en ese momento trabajábamos 23, la ilusión de ver crecer un proyecto como el nuestro lo valía todo.
Mucho trabajar y entiendo que ganar, al principio, poco, tus padres no te decían aquello de “Xavier, haz el favor, ¿búscate un trabajo que cobres bien y trabajes 8 horas con los fines de semana libres y déjate de historias”?
No, mi situación entonces era fácil para hacer lo que hacía, estaba soltero, gastaba poco porque me pasaba el día trabajando y vivía en casa de mis padres. Supongo que pensaron que, si salía mal, sería un buen aprendizaje.
De hecho de los tres socios, el que estaba embarcado en un proyecto familiar avanzado duró un año y medio y lo entiendo. Entre lo que trabajábamos y lo que ganábamos no daba para pensar en calidad de vida o en tiempo y dinero.
¿Hubo algún momento de “Lo dejamos”?
Nunca, nos gustaba, ¡confiábamos y sabíamos que lo que hacíamos era bueno!
¿Qué es lo que crees que ha distinguido Área Cúbica y posteriormente Sky Bubbles en el mercado?
La innovación y la excelencia, sin dudas. Siempre estamos pensando cómo hacerlo mejor y en mi caso, no te exagero, todavía yo mismo repaso y hago algunos de los acabados de nuestras piezas para asegurar nuestro estándar de calidad. No es que las personas que tenemos no lo hagan bien, pero siempre me ha gustado involucrarme no solo en el diseño y los procesos, sino también en la manufactura, y eso se nota.
¿También es un dolor de cabeza añadido no?
Sí, no te voy a engañar, estar pendiente del detalle lleva tiempo. Pero es una manera de ser, no es algo que pueda elegir, a veces es una bendición y a veces un dolor de cabeza.
Xavier Rabassa
Vamos a las Skybubbles, ¿Que tienen de distinto?
Todo, nos lanzamos con mi hermano en 2016 porque teníamos claro que era un concepto rompedor, que nosotros seríamos capaces de hacerlo único y que era una idea replicable y global. Las Skybubbles no entienden de culturas o costumbres, son un concepto que funciona en cualquier país siempre que haya un proyecto bien definido detrás.
¿Y a nivel de producción?
Nos permite acercarnos a la perfección, dando por supuesto que la perfección no existe. Con los hinchables de Área Cúbica partimos, en la parte técnica, de cero cada vez. Con las Skybubbles construimos y mejoramos sobre el mismo concepto de forma continua y eso nos permite tener un control total sobre el producto y perfeccionarlo cada vez más.
Si te pregunto cómo ves el futuro de las Skybubbles, ¿qué me contestas?
Solo nos puede traer buenas noticias, el mercado de los resorts y cadenas hoteleras de lujo está más receptivo que nunca a ideas para diferenciarse, y por su calidad y coste las Skybubbles pueden ser la alternativa definitiva a un modelo de estancia que rompa con los estándares tradicionales. El futuro será emocionante seguro.
¡Gracias Xavier y suerte en la andadura!
¡Gracias a ti!