De Ícaro a Skybubbles: habitar el aire con ligereza… y con conciencia

Si el sueño de volar ha acompañado al ser humano desde Ícaro, fue realmente a partir del siglo XVIII con la invención de las primeras estructuras hinchables, que ese anhelo se materializó de una manera sorprendente: no con alas, sino con aire.

Los inflables no solo transformaron la aeronáutica, también abrieron paso a una nueva relación con el entorno. Su forma de habitar el espacio, ligera, flexible y efímera, proponía una alternativa a la arquitectura tradicional. Más que levantar muros, sugerían una convivencia suave con el mundo, como si uno se fundiera con el paisaje en lugar de colonizarlo.

Las Skybubbles recogen ese legado y lo traslada al siglo XXI con una mirada renovada. Dormir dentro de una burbuja hinchable y transparente es mucho más que una experiencia visual: es una manera radicalmente distinta de entender el turismo, la arquitectura y el lujo. La ligereza no solo está en la estructura: está en la huella que dejamos. No hay cimientos, no hay construcciones permanentes, no hay impacto irreversible… Y eso es, precisamente, lo que las hace diferentes

Pero si la historia de los inflables es también la historia de la innovación técnica y material, en Skybubbles hemos querido ir un paso más allá. Quizás porque nos inspiraron los revolucionarios arquitectos de la década de los 60 y nos inculcaron ciertas convicciones o quizás porque, simplemente, creemos que si una de nuestras promesas es el contacto con la naturaleza, debemos estar a su altura: nos hemos propuesto que tanto los materiales como la producción sean lo más ecológicos posible. Para hacerlo realidad, hace un par de años dimos el primer paso: convertimos toda nuestra fábrica —oficinas y producción— en una instalación 100% autosuficiente, alimentada por energía solar. Somos oficialmente carbon neutral en consumo de energía: no quemamos ni un solo vatio en combustibles fósiles.

Ahora, damos un segundo paso: el tejido principal de las Skybubbles, que fabrica la prestigiosa firma Ferrari, pasa a producirse con hilos de poliéster reciclado. A partir de ahora, nuestras burbujas estarán compuestas por un 40% de material reciclado, sin que eso afecte ni un ápice a sus prestaciones técnicas ni garantías estructurales. Este cambio permite reducir un 30% la huella de carbono del material principal de cada burbuja. Y no, no lo hacemos por imagen, el greenwashing no es para nosotros.

Lo hacemos porque creemos que es nuestro deber: las Skybubbles no son una moda ni un gesto decorativo, son una síntesis entre tecnología, diseño y sostenibilidad, una forma de habitar sin invadir. Sabemos que es nuestra obligación porque somos una forma de construir futuro, inspirados por quienes antes que nosotros imaginaron estructuras inflables como una vía hacia nuevas formas de vivir sostenibles.

Somos los herederos del pensamiento de los pioneros del siglo XX: Richard Buckminster Fuller, Frei Otto, Ant Farm o Hans-Walter Müller y creemos que en la innovación está la solución: si vamos a ofrecer una experiencia transformadora, también queremos que lo sea para el planeta.

Al final, Skybubbles no son solo refugios desde los que contemplar las estrellas: son también un compromiso, una forma de demostrar que se puede diseñar con inteligencia, construir con conciencia y vivir con ligereza.
Y eso, sin duda, también es un lujo.